La lectura es uno de los procesos básicos y más importantes para la construcción de saberes y, de ésta dependen la preparación personal y cultural de quienes se internan en ella. A través de la lectura construimos y transmitimos conocimientos, desarrollamos nuestro pensamiento creativo, analítico y crítico, ampliamos nuestro vocabulario y establecemos relaciones sociales, afectivas y espirituales.
Es por esto que leer implica interpretar textos y construir, junto con el contenido, el sentido que conlleva o comunican estos, es una forma de informarse y de transmitir un pensamiento o idea. Esta actividad se realiza con un fin o propósito, que puede sintetizarse como leer para resolver situaciones o necesidades específicas o por placer.
Desde el punto pedagógico de la lectura, los docentes deben diseñar y potenciar una concepción clara del papel de la lectura en la escuela La lectura de textos puede realizarse con múltiples finalidades y por eso es muy importante seleccionar el tipo de texto que leerán los niños durante los primeros años de escolaridad. La lectura de textos literarios constituye una herramienta fundamental y atrayente para ellos, porque, además de aprender, logran divertirse, recrearse, compartir experiencias de diversa índole, etcétera. En definitiva, la lectura de textos literarios durante los primeros años de escolaridad es fundamental en la vida de los niños, porque, ésta les abrirá las puertas hacia una relación que se espera se mantenga y consolide durante toda su vida, a través del tiempo y el espacio, de forma tal que quedará en su memoria eternamente como un recuerdo.
La literatura infantil está representada por textos diversos que brindan placer y ayudan a establecer una relación libre y personal con estos. La lectura de textos literarios permite la construcción de múltiples sentidos y en ella se deben valorar todas las intervenciones infantiles, aun las que parecieran no coincidir con la interpretación del maestro, porque son precisamente éstas las que permiten conocer sus puntos de vista y las construcciones autónomas o personales de los niños.
Los docentes deben proporcionar a los niños razones o motivos para leer, hacer que ellos creen necesidades de este acto, para que les resulte significativo, productivo y placentero. Es tarea de la escuela y del maestro revisar el sentido de abordar la literatura infantil como objeto de estudio en sí misma. Es decir, que debe destacar la autonomía de la literatura respecto a otros contenidos de aprendizaje o del conocimiento, ya que, la literatura implica un conocimiento específico y requiere la mediación del docente para que los niños experimenten y construyan significados.
Para Laura Devetch, no existe un lector que no recurra a experiencias previas al enfrentarse a una lectura. Éstas le ayudan a realizar sus procesos de construcción de significado. Por tanto los docentes deben tener presente los conocimientos previos de sus estudiantes porque estos constituyen la base de los nuevos aprendizajes.
Igualmente, Graciela Montes sostiene que nadie es analfabeto de significado y que toda situación de lectura promueve situaciones de construcción de significado en las que todos los niños pueden participar. Por esto, la lectura de literatura en el aula estimula el reconocimiento de los conocimientos previos de los estudiantes y el descubrimiento de significados en determinadas situaciones de lectura.
Las lecturas en voz alta preparada y comentada en el aula constituyen un espacio para la construcción de la voz en la escuela y un punto de partida para el proceso escritor, debido a que les permite a los niños reconocer su propia voz y la de los otros, a expresar sus ideas, temores, expectativas y puntos de vistas diversos. Igualmente, permite a los niños ir reconociendo el mundo letrado y comprender paulatinamente que lo escrito conlleva a una respuesta por parte de otra persona o conlleva un mensaje y/o significado.
Por último es necesario destacar que durante las escenas de lecturas se producen muchas interrupciones, intercambios y conversaciones, en ellas todos tienen voz y son escuchados. Y el maestro junto con sus estudiantes crea y aplican sus propias reglas de interacción.
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